EL PODER DE LA MENTE
Bueno, y quedé en la pega. Y la intensidad nunca acabó. Y es tanto, que mi mente, en su infinito poder, hace lo que sea para mantenerme sana. Mientras el calor, el sudor, la espalda, el dolor, las quemaduras, los moretones, la espalda de nuevo, quiero ir al baño y no puedo, lleva mil tablas y sin quejarte, por medio de esos pasillos diminutos, sin pegarle a nadie, que nadie te tire salsa caliente sin querer, que los mangos de las sartenes calientes no te hagan tropezar, que el chef no te tiré su sartén hirviendo usado en las piernas, mientras tus compañeros te gritan en la oreja su idioma incomprensible, y recordar que te pagan dos mocos, por esto, por el dolor de espalda, y soy joven, nada debería doler, esto es ser inmigrante, o esto es aceptar la explotación, y así, comienza el desvarío... Bajo estrés. Las horas del restaurant son un suplicio. Mi cuerpo no resiste, pero tengo que poder hacerlo, por qué , no sé. Entonces me canto canciones. Me apuran pero can...